viernes, 12 de junio de 2009

castigando a mi hermana

Todo cambio para mí y sin saberlo, también para mi familia. Después de mi graduación, obtuve una muy buena oferta de trabajo y viaje fuera del país sin importarme lo que me deparaba el destino. No me trato muy mal al principio, logre dar el enganche de un departamento y ahorrar para abrir mi propio negocio.

Después de casi 5 años, me case con Magie, una hermosa mujer de muy buena familia y malas costumbres. Mis padres no pudieron venir a la boda por lo costoso del viaje pero quedamos de ir a visitarlos tan pronto nos fuera posible.

Mientras yo pensaba en mejorar, las cosas en casa se deterioraban. Mis padres, disgustados con Lucía por el novio que tenía, chocaban constantemente hasta que ella decidió salirse de casa y vivir en unión libre con el tipo. Sin embargo, las molestias no disminuyeron para mis padres, constantemente le prestaban dinero y le daban su aval para los ‘negocios’ de su marido.

Lucía le había tomado la medida a mis padres e incluso los convenció de no contarme nada para no preocuparme, de tal forma que siempre que hablaba todo parecía estar bien. Cuando el tipo necesito un buen aval para abrir una lavandería, mis padres pusieron la condición de que se casara con mi hermana y pusiera a su nombre el negocio. Así ocurrió, Lucía abrió su lavandería y mis padres hipotecaron su casa, pero adivinen quién la manejaba…. así es, el esposo de Lucía.

Las cosas fueron tranquilas algunos meses hasta que los pagos al banco dejaron de hacerse, pronto iniciaron las llamadas y visitas a los abogados y para no hacerles esto largo mis padres tomaron la hipoteca quedándose con lo mínimo para sobrevivir, y cada vez que yo llamaba, todo iba de maravilla.

Ahora Lucía estrenaba coche y viajaba, mientras mis padres la pasaban mal.

Por mi parte, todo iba muy bien hasta que por casualidad descubrí la infidelidad de Magie, que mientras yo manejaba el negocio ella recibía en casa a su amante, un ex novio amigo de su familia.

Después de meditarlo lleno de rabia, decidí posponer mi reacción hasta pensarlo mejor, oculte que lo sabía y acudí a un asesor legal. Me recomendó empezar inmediatamente a reunir evidencias, filmarla con el tipo, grabar sus conversaciones y cosas por el estilo. Para tal tarea contrate un investigador de una ciudad vecina –pues nosotros éramos de sociedad y conocidos- y empezó a instalar micrófonos en los teléfonos de la casa, en el celular y coche de Magie; cámaras en nuestra habitación, cuarto de visitas, sala y oficina.

Efectivamente, las pruebas fluyeron y permitieron reunir una abrumadora evidencia. Al revisar el material a solas en mi oficina del trabajo, hervía en coraje y fue entonces cuando decidí jugar tan sucio como ellos. Logramos editar películas de Magie con el tipo, teniendo relaciones, felaciones e incluso sexo anal, escuchando hasta el último detalle de gemidos, pujidos y demás porquerías.

Pague los servicios del investigador y lo hice firmar un convenio de silencio a cambio de un buen bono. Investigue el domicilio del ex novio y trace mi plan. Imprimí copias de excelentes fotos sexuales de Magie con el ex novio, copias de las conversaciones más sucias y un video, pruebas contundentes que nadie podría negar.

Fui a visitar a mis suegros y nos encerramos a petición mía en su biblioteca, hable tranquilo con ellos y mientras más les decía sus ojos se habrían cada vez más sin decir nada. Al terminar de explicar las infidelidades de su hija Magie, mi suegra lloro y negó todo lo que yo decía, alegando la inocencia de su hija; mi suegro, mudo y a punto de explotar contra mi se limito a pedir evidencias. Le pedí a mi suegra que saliera sin contar nada de lo ahí expuesto y mi suegro accedió, seria muy fuerte para ella. Mi suegra se negó y dijo que no la engañaría como a su esposo.

Tome de la maleta la cinta de audio, la coloque en el reproductor y las frases escogidas salían solas, para mi la voz era la misma de Magie pero al final no estaban muy convencidos. Tome el sobre manila y lo entregue a mi suegro. Con rabia en sus ojos lo abrió y extrajo unas veinte fotos clarísimas. Mi suegra se acerco y juntos las contemplaron unos segundos.

Mi suegra lloraba ruidosamente mientras de los ojos rojos de mi suegro, salían las primeras lágrimas. Apenas terminaron de verlas coloque el DVD y vieron la realidad de su hija en mi cama con su ex.

Se levanto mi suegro furioso y apago la película. Vio a mi suegra y tajantemente le ordeno que saliera a tomar un poco de aire, que el debía hablar conmigo. Ante tan enérgica orden, obedeció dejándonos completamente solos.

¿Por qué me muestras estas porquerías?

Para que sepa la clase de hija que me dio en matrimonio.

¿Qué deseas a cambio de tu silencio?

Un divorcio voluntario en que ella no pide un solo centavo

Su promesa de que nadie más sabrá lo que aquí tratamos

Doscientos mil dólares en mi cuenta

¿Estas idiota o que?

-Si pasado mañana no recibo el divorcio voluntario firmado y el dinero, todos sus amigos de sociedad recibirán una copia de lo usted vio, además del periódico local y algunas revistas. Buenas tardes ex suegro.

Finalmente recibí lo solicitado, vendí mi negocio y partí a mi ciudad natal, no sin antes asegurarme de enviar un paquete a la esposa del ex novio de Magie con todo el material que mostré a mis suegros y dejando en manos de mi antiguo abogado los tramites finales del divorcio.

Al llegar, descubrí la situación de mis padres, era mucho peor de lo que les comente, habían vendido la casa para salir del pago de Lucía y apenas rentaban un cuartito en un edificio de mala muerte. Pronto nos instalamos en una buena casa, con dos personas de servidumbre y un guardia que impidiera a Lucía y su esposo acercarse a mis padres.

Lucía y el tipo trataron de contactarme al no poder ver a mis padres, pero como no lo lograron, me demandaron por secuestro. Fui detenido brevemente mientras ellos hablaban con mis padres en la estación de policía para amenazarlos, tratando de evitar por este medio que aclararan lo sucedido.

Afortunadamente, un par de buenos abogados me pusieron libre casi de inmediato y tomaron el caso en sus manos. Por petición de mis padres no demande por fraude y abuso de confianza a Lucía y su tipo, cedí y vivimos más de diez años juntos hasta que mis padres, finalmente, fallecieron por enfermedad. Yo siempre creí que la causa de su muerte fue la tristeza pero, ni como averiguarlo.

Me dedique a mis negocios con más pasión que antes. Según sabía de buenas fuentes, tanto mis empleados como mis competidores me odiaban tanto como me temían. Elimine sistemáticamente a la competencia y logre un par de alianzas estratégicas que consolidaron aún más mis ganancias. Pronto todos los hombres de empresa me conocían en la ciudad.

Mi hermana por su parte, mentía diciendo que teníamos una buena relación y usaba mi nombre para su beneficio personal, incluso mencionó que yo sería su socio y aval en otro nuevo negocio. Los abogados del banco vinieron a mí oficina para cerciorarse de lo dicho por mi hermana, accedí pero cambie las condiciones del negocio, ahora yo prestaría el dinero a través de ellos, mientras ellos llevaban una buena comisión solo por hacer la gestión. Hecho el préstamo, duplique el monto con un nuevo crédito refaccionario barato pero difícil de pagar.

De nuevo trataron de contactarme por lo del aval, pero fue en vano, desconcertados tomaron el segundo préstamo y trataron de mejorar su negocio de lavanderías. Los malos manejos pronto transformaron las utilidades en pérdidas y los problemas empezaron para ellos.

El tipo discutió y trato de dejar a mi hermana con sus dos hijos pero gracias a una buena gestión legal –del banco- fue detenido junto con mi hermana al firmar cheques sin fondos. Mis sobrinos se quedaron con una hermana del tipo que sin más remedio los acogió temporalmente.

Después de un par de semanas presos, pague la fianza de mi hermana y accedí verla. Tan pronto salió fue a verme. Su altanería era tal que me acuso de estar detrás de su desgracia, de dar el aval con la intención de quebrarlos. Despotrico casi una hora sacando tanto rencor que hasta yo me sentí un santo, pero finalmente concluyo su alegato ordenándome que sacara al tipo de la cárcel.

Primero le deje claro que los cheques sin fondos no los había firmado yo, que las deudas a sus acreedores tampoco las había adquirido yo, que el dinero que despilfarraron en coche y casa tampoco lo había disfrutado yo. Después le explique como habían sufrido mis padres, no por la casa que perdieron o sus pertenencias, sino por la actitud que ella había tenido para con ellos. Apenas termine y volvió a exigirme que sacara de la cárcel al infeliz ese.

Furioso, le explique que no iba a hacer tal cosa, que por el contrario le fincaría más cargos por deudas para asegurarme de que no saliera en muchos años. Después iba a apropiarme de sus tres lavanderías, su casa y sus autos para rematarlos en una bicoca, de manera que ella no recibiría un centavo y seguiría debiendo.

Me ocupare además de que no consigas trabajo en ningún lado y aquellos que te ayuden también los perjudicare, de tal modo que aunque libre siempre estarás condenada. Sin dejarla hablar, la saque de mi casa y ordene que no la recibieran más.

Cumplí mi promesa, el tipo la pasaba muy mal preso y ella libre. Me asegure de que a mis sobrinos no les faltara lo básico y amenace a la hermana del tipo de tal forma que recibiría un dinero mensual para ella y otro para mis sobrinos con la condición de que Lucía no volviera a ver a los niños y mucho menos vivir con ellos. Pronto la familia del tipo la culpo de todo y la repudio.

Había pasado ya un año cuando encontré a Lucía de cajera en el supermercado, la observe por un largo momento, se veía desmejorada pero su semblante aún era altanero.

Después de conseguir elevar la condena del tipo cinco años más, este perdió las esperanzas y se decidió a aprender un oficio, ahora era aprendiz de carpintero. De Lucía no sabía nada, abandono su trabajo donde antes la había visto.

Después de varios años, reapareció en mi oficina, engañando a mi secretaría y el personal que obviamente no la conocía. Apareció ante mí y sin molestarme le pedía a mi secretaría que se retirara para hablar a solas.

Cambiando de táctica, pidió disculpas, hizo promesas y suplico, pero mi duro corazón estaba frío, cruel y lleno de odio a ella. Tan pronto termino su escena dramática, espero ablandarme un poco pero descubrió que no era así. Desesperada se ofreció a hacer lo que yo ordenara con tal de obtener un poco de dinero. Explico que debía en algunas partes y habían amenazado con detenerla.

-¿Lo que sea?

-Lo que tu me ordenes eso haré.

Le indique un hotel en las afueras donde debía esperarme, le di mil pesos y le pedí que se bañara y vistiera algo nuevo.

Por la noche llegue al hotel, me indicaron la habitación y subí las escaleras. Lucía estaba impecable, como antaño, con un vestido rosa muy elegante pero sin una sola joya o arete. Su cabellera negro azabache brillaba, sus ojos cafés eran hermosos y su piel morena muy clara.

-Escucha bien, yo hablare, tu solo obedecerás, si algo no te parece puedes salir y desaparecer de mi vida para siempre. Si por el contrario, me obedeces, serás tratada como una gran señora de sociedad, tendrás departamento, una empleada y lo básico para vivir. No podrás ver al tipo pero sabrás que este saldrá libre. ¿Qué decides?

-Acepto.

-Entonces desnúdate.

-¡Pero soy tu hermana!

-No, ahora solo eres la amante en turno de un empresario. Si no lo deseas eres libre de continuar con lo que queda de tu fracasada vida

Se quedo muda un rato mientras meditaba la situación. Lloraba sin emitir sonido, inmóvil, pensando en tragarse su orgullo.

Poco a poco desabrocho sus botones y arrojo el vestido a un sillón sin dejar de llorar. Con una seña le pedí que retirara su ropa interior, obedeció y pronto quedaron ante mí, unos senos enormes con unos pezones y aureolas pequeños, su monte de venus, de pelaje azabache, lucía despeinado y frondoso pero impecable.


Le indique que girara para observar a detalle un par de nalgas bien formadas aunque algo alargadas. Sin tocarla le pedí que encendiera la TV y la observe caminar desnuda, como una mujer de tacón dorado. Así nos citábamos regularmente en distintos hoteles y me preparaba café, me acompañaba y me daba masaje, completamente desnuda. Al poco tiempo, era natural, ya no estaba enojada y parecía sumisa, no hablaba ni protestaba con la mirada.

Le conseguí un departamento y servidumbre pero no moví un dedo para sacar al tipo de prisión, aún no. La lleve de viaje y la mostré en lugares donde nadie la conocía, ella parecía otra, obediente, dispuesta y sobre todo dócil. A cambio compraba cierta cantidad de ropa, perfumes y algunos aretes.

En un viaje de paseo que hicimos a la ciudad de Panamá, al hospedarnos, pidió al recepcionista que nos registraran como señor y señora en una lujosa suite. Yo fingí no prestar atención y subimos por un elevador panorámico.

Nos instalamos en la suite. Lucía deshacía las maletas, colgaba la ropa cuidadosamente, colocaba los objetos de aseo en el baño y al terminar se acerco a la ventana para contemplar a lo lejos el legendario canal de Panamá.

Sin esperar ninguna orden, se desnudo y guardo sus prendas en la cómoda. Cerró los pasadores de la puerta y se acerco a mí para darme masaje. Retiro mis zapatos y calcetines para frotar suavemente mis pies. Sus senos seguían igual de grandes pero su monte de venus aparecía recortado y bien peinado, sus nalgas y muslos un poco más firmes por el ejercicio que ahora practicaba en su departamento, su cabello elegantemente recortado en algún salón y su piel ligeramente bronceada.

-Ponte de rodillas delante de mí. -Obedeció y se hinco-

-Desabrocha mi pantalón y extrae mi pene con cuidado. –titubeo un poco y obedeció-

-Chúpame con cuidado.

Lentamente comenzó a jalar mi pene sin apartar su vista de él. Finalmente lo recorrió con su lengua hasta que lo engullo. Torpemente chupo con actitud sumisa y algo tensa. La aparte y cerré mi pantalón, tome el teléfono del buró y llame a recepción.

Pronto tocaron la puerta y hable con el botones mientras que Lucía se ocultaba, le di 400 dólares y desapareció. Una hora más tarde, una joven elegantemente vestida toco y entro con una larga sonrisa en su rostro. Hable con ella mientras Lucía y la morena intercambiaban miradas.

-Ella esta aquí para enseñarte lo que debes hacer, observa y aprende los secretos, obedece y has lo que te indique.

Mientras Lucía aprendía el arte de amar, lo que requirió dos días de enseñanza, yo conocí algunos lugares realmente hermosos de aquel exótico país en compañía de una chica colombiana fantástica que me sirvió como guía. ¿Sabían ustedes que Panamá alguna vez fue parte de Colombia?.

Bueno volviendo en materia, terminada la capacitación pregunte Lucía que le había parecido el curso. Algo molesta me comento que la panameña hacia unas cosas que no le agradaban a ella y que si me parecía, las omitiría.

-Si no quieres cooperar nadie te obliga, ahí esta la puerta y en la maleta tu boleto.

-Recuerda que no esta bien… una cosa es dejarte ver mi desnudez y otra muy diferente hacer el amor con mi hermano y menos aún como esa golfa.

-No hay problema, toma 400 dólares y el boleto, llévate toda la ropa y nada más del departamento

Lo pensó un buen momento y mientras yo atendía el teléfono celular en el balcón, Lucía se daba un baño. Mi abogado me señalaba que el tipo iba a salir libre aunque condicionado al día siguiente y me pedía instrucciones al respecto. Le indique que le diera una buena suma y que desapareciera por su bien, violando sin duda su libertad condicional.

Al regresar al interior del cuarto le pedí tras la puerta del baño, que se arreglara para ir a cenar, que tenía toda la noche para pensarlo bien. Cenamos en un silencio casi total y después de reposar una deliciosa sobremesa, regresamos a nuestra suite.

-Lo pensé bien y aunque estoy en desacuerdo acepto con una sola condición, que en lo futuro, cuando viajemos me presentes como tu esposa y que me trates como tal

-Acepto la condición con otra de mi parte

-¿Cuál?

-Que no toques ningún tema antiguo jamás y que hagas en la cama todo cuanto aprendiste, sin recatos.

-Estoy de acuerdo, es un trato.

Al llegar la noche, se acurruco desnuda a mi lado esperando que yo tomara la iniciativa. Tome su mano y la conduje a mi pene sobre la pijama. Sin dudarlo extrajo mi miembro con sumo cuidado e inicio una mamada tan suave como excitante.

part 2

Conforme mamaba, iba tomando confianza. Su boca trabajaba con maestría tal y como me aseguro la panameña, estaba bien entrenada. Suspendiendo la mamada, me despojo poco a poco de mi pijama hasta quedar completamente desnudos con lo cual recorrió mi cuerpo con su lengua de arriba hacia abajo. Mientras se colocaba sobre mí para besar mi cuello y oreja, su cuerpo en posición de perrito, acariciaba su vagina con mi pene totalmente erecto.

Acerco sus senos a mi boca y deguste aquellos formidables melones, chupe sus pezones y mordí sus carnes. Sus movimientos excitaban aún más mi pene y con sus ojos cerrados, besaba todo cuanto podía.

Lentamente bajo sus caderas sentándose en mi entrepierna para acariciarse ella misma la vagina con el roce de mi pene. Cuando la humedad hizo presa de ella, acomodo manualmente mi pene y se auto penetro lentamente. Tan pronto entre, sentí un espacio estrecho, calido y muy húmedo. Espero unos segundos y comenzó a moverse de tal forma que masajeaba mi pene cautivo en su interior. –de verdad amigos, si tienen oportunidad soliciten a una experta que adiestre a su pareja en el arte de amar, claro en presencia de ustedes-.

Su culo se meneaba de arriba abajo, de un lado al otro y en círculos, era una verdadera maestra culeando. Se volteo dándome la espalda y repitió todo el procedimiento. Ver su hermoso cuerpo trabajando para darme placer era fantástico, ahora era yo quien la poseía para mi placer personal, para explotarla cuanto deseara, para cobrarle el dolor que nos había causado.

Al colocarse en 69, descubrí una concha pequeña pero muy deliciosa, un hermoso ano ligeramente moreno y muy pequeño. Mientras comía su húmedo coño, acariciaba su ano con uno de mis dedos. Luego pase a dos dedos y a petición de ella tres dedos bastante lubricados con sus mismos líquidos de su coño.

Cuando los tres dedos entraban con relativa facilidad, estaba a punto de venirme, así que le pedí cambiar de posición y la coloque en cuatro patas con el culo al filo de la cama, justo a la altura de mi pene. Lubrique mi pene con unas cuantas metidas a su coño y apunte a su ano. Apenas toque, Lucía brinco algo nerviosa, presione un poco sin lograr entrar la cabeza, presione otras pocas veces y con gran dificultad y dolor por ambas partes, logre pasar. Al entrar la cabeza de mi pene, descansamos aliviados un momento. Presione un poco y retrocedía al punto de entrada, repetí cada vez con más presión hasta que casi todo mi pene entro. En ese punto ella sentía mucho dolor y lloraba un poco.

Salí y lubrique aún más mi pene para volverlo a meter ahora con menos dificultad. Cuando mis testículos golpearon por primera vez el culo de Lucía, me detuve un par de minutos. Ella no lloraba, solo tenía sus mejillas húmedas y su culo muy tenso.

-Esa mujer no me dijo que doliera tanto…. me estas reventando el culo.

Sus palabras me excitaron aún más, era evidente que la estaba estrenando por el culo y cuanto más dolor le causara mi penetración, más excitante resultaba para mí.

-Por Dios hermanito…. como duele… ahhhh

Después de algunos minutos sus suplicas cedieron y mi pene entraba y salía como amo y señor de aquel culo virginal. Conforme bombeaba despacio para no venirme, Lucía empujaba para recibir aquel castigo que ahora parecía disfrutar un poco.

De pronto note el palo de mi pene un poco rojo, Lucía sangraba ligeramente ante aquel sádico ataque a su culo. Sin pensar en su dolor acelere el bombeo y por fin me vine a cantaros dentro de ella, espere un poco y retire mi pene aún semierecto de su culo. Un hilo de semen y un suspiro de Lucía, acompañaron aquella salida.

Ella se derrumbo boca abajo y yo recostando mi cabeza en su culo. Me di un baño largo y gratificante para recordar cada momento vivido, luego Lucía hizo lo propio sin dejar de llorar. Nos acostamos juntos dándonos por primera vez las buenas noches.

Por la mañana la lleve de compras, a pasear y a conocer varios lugares que yo previamente había visitado con la colombiana. La trate como una reina y regresamos como a las 7:30 al hotel para guardar todo lo que compró. Me pidió permiso para bajar a la farmacia y accedí algo sorprendido.

-Fui por un lubricante estéril y algo de crema –me decía mientras me mostraba ambos productos-, si no los usamos me vas a matar.

-¿Te lastime?

-Apenas y pude caminar hoy, si no fuera por la cremita humectante que me puse, hoy estaría tirada en cama todo el día. ¿Piensas repetirlo?

Asentí con la cabeza mientras ella me miraba esperando una respuesta piadosa.

Comenzó a guardar todo en su sitio mientras y hacía otras llamadas en el balcón. El abogado me indico que el tipo había accedido luego de un largo y difícil diálogo. Solo regresaría a firmar los fines de semana y de inmediato retornaría a su nuevo domicilio en otra ciudad. Le pedí a mi abogado que pasara a resolver algunos pendientes y a poner en aviso a la servidumbre de Lucía que estaba bien y que no dieran información o dejaran entrar a nadie al departamento.

Al entrar en la habitación, Lucía empezaba a desnudarse. Se inclino sobre el tocador, aún con la falda puesta, levanto la prenda y bajo su bikini apenas lo necesario para descubrir su hermoso y largo culo; trato torpemente de untarse crema en su ano pero de inmediato me acomedí y unte la cremita sobre y dentro de su ano. A mi ver se veía muy bien pero si se podía apreciar un poco inflamado.

Le pedí que no se desnudara esta vez, que deambulara con la ropa interior puesta. Un conjunto transparente de sostén y bikini azul celeste cubrían sus imponentes formas. Su culo se veía más sensual y atractivo con la diminuta prenda que desnudo y su sostén sufría para contener aquel abundante busto.

Mientras revisaba en mi Laptop los correos y giraba algunas tareas e instrucciones a la oficina, me entere que uno de mis sobrinos estaba delicado, lo habían hospitalizado de emergencia por un fuerte dolor. Hable al abogado y le di instrucciones de trasladarlo al mejor hospital y doctor de la ciudad, cuidando de que Lucía no se enterara.

Mientras atendía la vida en mi entorno, note como Lucía se había dormido bocabajo en la cama. Su culo era verdaderamente hermoso, su espalda impecable, sus muslos rígidos y su cabellera hermosa. Ahora yo era su dueño, era el poseedor de aquellas carnes, de su voluntad, de su vida. Aquel ser que tanto dolor nos había causado a mis padres y a mí, ahora estaba talmente sumiso a mis caprichos.

Salí a pasear un poco por el lobby del hotel, compre algunas golosinas y busque algún objeto verdaderamente hermoso que llevar a mi oficina como recuerdo de este viaje. Encontré un libro hermosamente detallado que hablaba de la historia de ese exótico país que es Panamá y sin dudarlo entre a comprarlo, luciría muy bien en mi librero de la oficina. Al entrar descubrí junto a la caja, unas cámaras digitales.

Regrese a la habitación con el libro en mi mano y una cámara en su estuche del cinturón. Al llegar, Lucía seguía profundamente dormida ahora boca arriba. Guarde la cámara en el cajón del buró y me senté en el balcón a leer el libro.

Ya entrado en la lectura, me percate de que Lucía estaba observándome desde la cama. Fingí no verla y continué mi lectura. Una media hora después las páginas pasaban rápidamente y su contenido me cautivo. De repente, Lucía salio al balcón envuelta en una toalla y se recargo en el balcón viendo el paisaje nocturno de la ciudad capital. Abandone la lectura y la observe de reojo la silueta de mi hermana mientras doblaba la punta superior de la hoja para señalar donde me había quedado.

Observe lo que ella me mostraba. La toalla llegaba a media nalga dejándome ver la mitad inferior del transparente bikini y la silueta de su muy apretada concha. Se inclino un poco recargándose en el elaborado barandal como para mejorar mi visión de su hermoso trasero.


Me levante y entre a colocar aquel bello libro en la mesita del teléfono mientras Lucía observaba el paisaje. Me duche largamente y me rasure con sumo cuidado. Regrese a la habitación con solo el pantalón de mi pijama para descubrir a mi hermana en el mismo sitio que antes pero con la toalla cubriendo totalmente su culo.

Mientras encendía la TV, entro a la habitación, saco una prenda de uno de sus cajones y entro al baño. Se escucho la ducha y después la secadora con sus característicos ruidos. Poco después se apago y pasaron unos diez minutos antes de que regresara a la habitación.

Al salir, solo llevaba puesto un camisón negro de algodón que ocultaba desde sus senos hasta sus muslos. Se acerco a mí, apago la TV con el control y me llevó a la cama.

Tan pronto me acosté de mi lado, Lucía se acurruco junto a mí, me beso la mejilla y extrajo de su camisón su seno derecho para depositarlo justo en mi boca. Al llegar, su pezón estaba extremadamente erecto y se acomodo perfectamente en mis labios para ser succionado. La escena era muy tierna, veía con que sensualidad me amamantaba sin mostrar nada más de su cuerpo. Su rostro denotaba ternura y su piel temblaba de placer.

Sin darme cuenta, sujeto su enorme seno y lo guardo delicadamente bajo la copa del camisón, mientras yo seguía atento su movimiento. Sin bajar mi pantalón de la pijama, localizo los dos botones que desabrocho y extrajo con un cuidado exagerado mi pene que apenas iniciaba su erección. Aún flácido lo introdujo en su boca para mamarlo hasta que creció a su máximo posible.

La mamada fue muy erótica, tanto que olvide la cámara que compre para inmortalizar aquel evento. Tanta era mi excitación que percibí venirme justo en su boca, chorros de mi semen atragantaron a mi sorprendida hermana que con algo de dificultad se bebió hasta la última gota.

Retrocedió un poco y abotono el pantalón del pijama. Regreso a mi lado y extrajo su seno de nuevo para fingir amamantarme. Cambio de seno y repitió la escena. Después de unos veinte minutos, mi pene despertaba de nuevo aunque algo adolorido. Al notarlo, se enderezo y levantando sus brazos se quito completamente el camisón para quedar casi desnuda, a excepción de un bikini muy transparente también negro. Me puse de pie mientras ella tomaba del buró el lubricante, lo saco de su caja y como una pasta de dientes me paso el tubo. Se coloco de perrito y bajo su cabeza para mejorar la posición de su culo presto a ser penetrado. Era extraño que alguien tan agresiva y prepotente fuera ahora una sumisa mujer que ofrecía su culo para disfrutarlo a mi antojo. Baje su hermoso bikini negro y sin aplicar la crema penetre poco a poco su húmeda vagina sorprendiéndola por un momento. Entre sin el menor problema hasta el cálido fondo, sujete su cintura y empecé a bombear chocando mis testículos con su culo.

Mientras observaba la facilidad con que mi pene entraba y salía de su vagina empapada, observaba su culo y espalda. Era una sensación de triunfo, de éxito, algo que pocas veces había sentido a tal extremo. Tenía a mi odiada hermana a mi merced, aunque con algo de recelo.


Tome el tubo del lubricante y presione para obtener algo de gel. Lubrique su ano por fuera y por dentro metiendo un dedo con gel. Lubrique también la cabeza y tronco de mi pene y arroje el tubito a un lado de la cama. Ajuste su culo y empecé a desearla un poco para aflojarla. Me anime y presione con el pene su ano. Casi de inmediato entro la cabeza sin mucha resistencia y gracias a la abundante lubricación entre hasta el fondo chocando mis testículos en sus nalgas. Más relajados, sentí que su ano aflojo un poco y se relajo, comencé el mete y saca despacio favoreciendo la lubricación interna de su recto.

Enloquecido de placer la penetre salvajemente jalando su cintura rítmicamente, el ruido del golpeteo de sus nalgas en mis testículos hizo aún más erótica la escena.

Tan pronto sacaba mi pene casi totalmente, mi hermana empujaba su culo para introducirlo hasta el fondo. En eso estaba cuando Lucía se vino arrojando bastante líquido por su vagina. Asustado por la sorpresa, pensé que se había orinado pero observando como se estremecía era claro que era un super orgasmo.

Me retire un poco mientras ella se desplomaba en la cama bastante sorprendida. Se calmo y se seco con la sábana. Retiro las ropas de cama y coloco el edredón en su lugar. Se sentó en el borde de la amplia cama y tímidamente me miró.

-Nunca me había venido así, no pude controlarme, me excite a tal grado que solo me deje llevar por el placer.

-No importa, fue delicioso.

Pocos minutos después repetíamos aquel deleitante sexo anal, ahora en una posición diferente, ella montada sobre mí. Conforme ella controlaba la penetración yo admiraba sus atributos desde la comodidad de mi almohada. Esta vez fui yo quién me vine dentro de ella. Descansamos un poco y nos bañamos juntos reposando placidamente en la tina.

Dos días después regresamos, ella a su apartamento y yo a mis ocupaciones. Sin que yo lo supiera –o eso creía ella- tramito un divorcio necesario que a falta de contestación concluyó en seis meses. La custodia de los hijos ya había sido concedida a la hermana del tipo. Los dos sobrinos estaban mejor que nunca a pesar de la operación de apéndice que casi le cuesta la vida al mayor.

Para evitar ser relacionados, compre una casa en las afueras donde nos veíamos con bastante frecuencia. Su ano finalmente cedió y nuestras relaciones eran plenas. Poco a poco rehizo su vida y le permití casarse con un prestigiado doctor viudo, ya entrado en años. Ella era la perfecta ama de casa mientras yo retomaba poco a poco mis descuidados negocios.

Me asombre cuando a sus 40 quedo embarazada del doctor. Cuando me lo comunico sus ojos lloraban de felicidad, me pidió disculpas por todo lo malo que había hecho antes y aseguró haber aprendido la lección. Sus otros hijos ya adultos, la localizaron y restablecieron sus nexos afectivos gracias a la nobleza de ellos y el sincero arrepentimiento de su madre.

f

Tenía diecisiete años cuando hice la locura más grande de mi vida. Recuerdo que por aquel entonces yo quería tirarme a una chica de mi clase, Laura. Nos reuníamos mucho en mi casa o en la suya para estudiar. Cada día me tenía más loco, sus curvas, su culo, su pecho; además era dulce y cariñosa. Con el tiempo me iba enamorando de ella poco a poco. Unos meses después empezamos a salir.

Después de un tiempo yo seguía obsesionado con tener sexo con ella, pero era inexpugnable. Empezaba con besos y caricias, pero cuando llegaba la hora del ataque final, era repelido y se marchaba.

Un día hablando con mi amigo Luis sobre el tema me propuso que probara con unas pastillas que el tenía. Según éste, la chica que la tomaba se sentía tan excitada que no podía parar hasta que no era satisfecha su necesidad de sexo. Me consiguió dos pastillas y yo como buen idiota me creí todo lo que me dijo.

Ya hacía dos días que tenía las pastillas en mi poder. Al día siguiente Laura vendría a estudiar conmigo y estaríamos solos. ¡Era la gran oportunidad de poseerla! Pese a todo tenía miedo y lo llamé por teléfono.

-¡Hola, soy Paco! ¿Está Luis?

-Soy yo, dime…

-Verás, aún dudo de las pastillas, ¿no le harán daño?

-¡Por supuesto que no! – Estaba tan convencido que yo lo creía. – Yo las probé anoche con una prima mía que es muy mojigata. ¡No te veas que polvo! ¡Me folló varias veces como una auténtica puta!

-¿No le harán daño?

-¡Qué va tío! ¡Si no te lo crees pruébalo antes con otra! ¡Dáselo a cualquiera y a los diez minutos la tendrás lista para lo que tú quieras! ¡No se le pasarán los efectos hasta que te la folles! – Me comentó. – Pero ten en cuenta que si no la follas puede darle un ataque de ansiedad.

-¡Bueno, ya veré lo que hago!

Colgué el teléfono y estaba pensando en todo el tema de las pastillas y Laura. No quería forzarla. Estaba seguro de que a ella le gustaría hacerlo conmigo, que disfrutaría mucho y quería ser el primero que le diera placer. Luis me dijo que probara con otra, pero mañana es el día perfecto para Laura y hoy no tenía con quien probarlas.

-¡Paco, cariño, a comer! – Sonó la voz de mi madre.

Me levanté y fui al comedor rumiando aquellos pensamientos. Me senté y mi madre iba y venía a la cocina. Entonces se me ocurrió. Se la daría a ella, era la única mujer que estaría cerca de mí aquella noche. Pero ¿y si le pasaba algo?… dudaba y no sabía que hacer. En uno de los viajes no lo pensé más y la eché dentro del su vaso de vino tinto que le gustaba tomar en las cenas. Burbujeó un poco y al momento parecía que no había nada más que vino allí dentro.

-¡Bueno, empecemos a comer! – Dijo mi madre. - ¿Qué te pasa? Te veo algo nervioso.

-No nada… - y la verdad es que con aquello se me había quitado el hambre – estoy pensando en mis cosas, no te preocupes.

-¡Vaya por Dios! Cariño, acércate a la cocina y trae el pan que lo he dejado encima de la mesa…

Me levanté y la verdad es que me temblaban las piernas. Mi inconsciencia y mi calentura por Laura me había llevado a darle a mi propia madre una pastilla para ponerla caliente. Y si le sentaba mal. Mi madre tenía cerca de cuarenta años y aquello podía hacerle daño. Entré en la cocina y cogí el pan, volvía por el pasillo para intentar algo que evitara que ella se tomara aquel mejunje.

Entré en la habitación y me horroricé al ver que mi madre acababa de beberse el vaso casi por completo, apenas medio centímetro del rojo vino quedaba en el fondo. Me senté y rogaba por que aquello no le sentara malamente.

-¿Qué te pasa hijo? Estás blanco. – Me miró preocupada y yo intenté sonreír. - ¡Anda come haber si se te pone mejor cara! ¿Quieres un poco de vino? – Me limité a mover la cabeza como signo de negación.

Estaba tan asustado que no tenía hambre, lo que quería era ver cuanto antes que mi madre estaba bien. Aguanté unos diez minutos en la mesa jugando con la comida y casi sin dejar de mirar a mi madre que parecía estar más radiante y hermosa que nunca.

Ya habían pasado quince minutos y se había tomado otro vaso de vino. Parecía estar bien y se comportaba de forma normal. Me sentí más aliviado y decidí ir a mi dormitorio para descansar del susto.

-Me voy a mi habitación, no tengo hambre y me duele un poco la cabeza. – Le dije y me levanté.

Me tumbé en la cama y pensaba en el susto que había pasado. Lo más seguro es que Luis me hubiera dado cualquier cosa inocua y me contó la patraña de que pondría a cualquier mujer deseosa de tener sexo conmigo. Ya hacía media hora que lo había tomado y todo parecía normal. ¡Cuando lo coja lo voy a matar! Entonces se encendió la luz de mi habitación.

-¡Paco, estoy caliente y necesito un hombre!

¡Dios! Mi madre estaba en la puerta, con el pelo revuelto, la camisa medio desabrochada y casi podía verle los pechos. Apoyó su espalda contra el quicio de la puerta y una mano la pasaba por sus pechos mientras la otra acariciaba sus muslos levantando su falda.

-¡No sé que me pasa pero estoy muy caliente! – Repetía sin parar. - ¡Necesito un hombre que me ame!

Nunca imaginé ver a mi madre de semejante manera. Ella estaba excitada por el mejunje que le había dado, pero era más excitante aún verla. Nunca me fijé en ella como mujer y la que estaba allí no era mi madre, era una de las mujeres más fascinantes que nunca había visto.

Arqueó la espalda hacía atrás y se apoyó en el marco, se llevó un dedo a la boca y comenzó a chuparlo como si fuera otra cosa. Todo lo hacía sin dejar de mirarme con sus hermosos ojos verdes y sus alborotados rizos castaños la hacían más excitante aún. La otra mano la puso entre sus piernas y las dobló de forma que quedó en cuclillas.

Si lo que estaba viendo iban a ser los efectos sobre Laura, al día siguiente tendría la mejor dosis de sexo de mi vida, pero esa noche mi pobre madre rebosaba la lujuria que le había provocado aquella pastilla. Yo estaba petrificado en mi cama sin saber que hacer para que se le pasara los efectos. "¡No se le pasarán los efectos hasta que te la folles!" La frase volvió a mi memoria. Mi padre estaba de viaje y no volvería hasta dentro de dos días. "Si no la follas puede darle un ataque de ansiedad", también recuerdo que me dijo eso… Pero era mi madre, no podía follarla por muy necesario que fuese.

Ella seguía moviéndose de forma sensual y ahora se había colocado a cuatro patas en el suelo y gateaba hacia mi cama maullando.

-¡Miau, miau! – Imitaba un gato y movía su redondo y respingón culo de lado a lado. - ¡Quién le dará a esta gatita en celo lo que necesita!

Ahora estaba más paralizado que antes. Aquella hermosa y sensual madura en que se había convertido mi madre se acercaba buscando satisfacer sus necesidades animales. Y Luis me lo dijo "si no la follas puede darle un ataque de ansiedad", pero como iba a hacer eso con ella, qué pensaría después de mí de su propio hijo, como le afectaría haber sido "drogada" para que se aprovecharan de ella… y más su propio hijo.

Entonces imaginé que aquella podía ser Laura, si bien estaría muy sensual haciendo esas cosas, no me gustaba la idea de que lo hiciera sin ser su voluntad. En ese momento decidí que no le haría a ella eso, lo haríamos cuando ella estuviera preparada.

Pero en ese momento tenía un problema mayor. Mi madre estaba subiendo en la cama simulando ser la gatita en celo en la que se había convertido.

-¡Miau, miau! ¡Dale a esta gatita el juguetito que necesita! – Estaba prácticamente encima de mí y una de sus manos me acarició el pene por encima del pantalón. - ¡Parece que a mi dueño le gusta su gatita! ¡Miau, miau!

Mi corazón corría a toda velocidad. Por la situación mi pene no había reaccionado, pero después de que su mano estuviera un poco tocándola, tomó un tamaño considerable.

-¡Qué bien! Mi dueño está contento de tenerme cerca. – Decía con la voz más sensual que nunca había oído y que no imaginé que ella pudiera tener. - ¡Dale caricias a tu gatita! ¡Miau, miau!

Puso su cabeza sobre mi pecho sin dejar de tocar mi pene. Simulaba estar ronroneando cuando empecé a acariciar su cabeza poco a poco para después bajé por su espalda. Sabía que aquella sensual y excitante mujer era mi madre, pero tenía que follarla para que el fuego que la consumía desapareciese.

Entonces abrió sus piernas y se colocó sobre mí, se sentó encima de mi pene. Con su pelo despeinado y la camisa semi caída, estaba demasiado excitante. Se movía de forma que su sexo se frotaba contra el mío. Sus manos acariciaban mi pecho, me clavaba sus uñas. Yo más asustado que otra cosa, tenía las manos al altura de mi cabeza.

-¡Toca a tu gatita! ¡Dale caricias a tu gatita en celo!

Con más vergüenza que nunca, llevé mis manos a sus muslos y empecé a acariciarlos por encima de la falda.

-¡Eso es, tu gatita se portará bien si la acaricias! ¡Miau, miau!

Yo pasaba mis manos por sus muslos y ella empezó a acariciase los pechos. Agitaba sus caderas para que nuestros sexos se rozaran y gruñía y ronroneaba como la gatita en celo en la que se había convertido.

-¡Toca mi tetas! ¡Dale placer a tu gatita! ¡Miau, miau!

Agarró mis manos y las subió para que tocara todo su cuerpo desde las caderas hasta llegar a sus grandes y redondas tetas. En ese momento creo que la calentura que la invadía se me empezó a contagiar. Por momentos me sentía más excitado con aquella mujer que era mi madre.

-¡Te gustan las tetas de tu gatita! – Me hablaba y se movía sensualmente. – ¡Sientes lo salida que me tiene este celo!

Se quitó la camisa y solamente su bonito sujetador me impedía ver sus grandes y redondas tetas. Una mano tocaba una de sus tetas, podía sentir su erecto pezón que empujaba la delicada tela como queriendo romperla y salir de su prisión. La otra mano acariciaba sus caderas y podía sentir tan voluptuosas curvas. Agarré el filo del sujetador para liberal su excitante teta, pero su mano me paró.

-¡Espera cariño! ¡Vallamos a otro sitio más cómodo!

Me agarró de la mano y me llevaba por el pasillo hacia su habitación. Podía ver como sus anchas caderas se movían de lado a lado, provocándome, pidiéndome que lo acariciara. Se paró y pegó su culo a mi pene. Mientras su redondo culo acariciaba mi pene, mis manos agarraron sus pechos y mi boca comenzó a mordisquear su cuello.

-¡Sí, muerde a tu caliente gatita!

Continuamos caminando hasta llegar a la cama. Me quitó la camiseta y me tumbó en la cama y continuó quitándome los pantalones. Quedé en calzoncillos sobre la cama y mi polla ya no cabía dentro y asomaba su glande para provocarla más.

-¡Oh, tienes comidita para tu gatita! – Me dijo mientras empezaba a acariciarme la polla con una mano.

Se levantó y se puso junto a la cama. Desabrochó su falda y poniendo el culo en pompa y hacia mí, empezó a bajarla mostrándomelo poco a poco. Era impresionante ver el redondo culo que aparecía ante mi vista. Llevaba unas bonitas bragas a juego con el sujetador. Era una mujer que gastaba bastante dinero en lencería fina, le gustaba estar bonita hasta desnuda. ¡Y vaya que si estaba bonita! Cuando dejó caer la falda hasta el suelo, tenía ante mí una hermosa mujer madura, con un impresionante culo que realzaba aquellas hermosas bragas y que tenía unas piernas que te provocaban para meterte entre ellas y amarla.

Abrió un poco las piernas y puso sus manos en cada cachete de su culo, los separó y podía ver perfectamente el bulto que formaban los labios de su coño en las delicadas bragas. Todo el tiempo me miraba para ver como me iba calentando con cada movimiento que hacía, volvió a ponerse un dedo en la boca y chuparlo de forma sensual. Me quité los calzoncillos y mi polla totalmente erecta estaba lista para lo que ella quisiera.

-¡Qué juguete más bueno tienes para tu gatita! – Se giró y empezó a acercarse a mí. - ¡Miau, miau, voy a jugar con mi juguete!

Se subió en la cama y yo me puse de rodillas para esperarla. Me miraba a los ojos mientras gateaba y se iba acercando. Llegó hasta donde estaba yo y se refregó contra mi cuerpo, haciendo su papel de gata en celo y dejó su culo apuntado hacia mí.

-¿Le gusta a mi amo lo que ve?

-¡Desde luego mami!

Agarré su culo y lo acariciaba con mis manos. Era espectacular. Si no fuera mi madre, dejaba a Laura y me quedaba con ella. Agarré los filos de las bragas e hice que entraran en la raja de su culo, sus dos cachetes estaban a mi disposición. Bajé mi boca hasta que empecé a mordisquear cada centímetro de aquel culo, mis manos también la acariciaba. Ella imitaba a una gatita ronroneando y gruñendo por el placer que estaba recibiendo.

Fui recorriendo con mi boca su cuerpo, sentía su cuidada piel, su suavidad. Estaba cerca de su cuello, de su nuca y ella apartó su rizada cabellera. Mi boca empezó a morder su cuello y ella empezó a emitir ligeros gemidos de placer. Fue perdiendo las fuerzas y se quedó boca abajo en la cama. Yo estaba completamente encima de ella, mi polla estaba en su culo, en su raja. Sólo la tela de sus bragas impedía que mi polla entrara en contacto con su sexo o con su ano. Me movía como si la follara y ella ponía su culo un poco en pompa para que nos diera más placer. No dejaba de morder y besar su cuello. Puse mi mano en su barbilla y la forcé a girar la cabeza para que me ofreciera su boca. Saqué mi lengua y rocé sus labios. Al momento la suya jugaba con la mía, nuestras lenguas se acariciaban.

Sentía que lo que hacía no estaba bien, me estaba aprovechando de mi madre, la había drogado con no sé que rara droga y ahora estaba a punto de follarla. Quería parar, pero el miedo a que le pasara algo si no la satisfacía sexualmente me empujaba a seguir.

Se movió para que me quitara de encima y me hizo tumbar boca arriba. De nuevo abrió sus piernas y se sentó sobre mi polla. Otra vez sus bragas se interponían en el deseado contacto de nuestros sexos. Llevó una de sus manos a la espalda mientras la otra sujetaba sus pechos. Cuando soltó el broche del sujetador, las tirantas cayeron por sus hombros. Sus hermosos y grandes ojos verdes me miraban, observaban como la lujuria y el deseo se apoderaban de mí, de su hijo. Me levanté en el momento en que separó el brazo que tenía delante de sus tetas y éstas quedaron libres para que yo empezara a chupar con grandes mamadas sus oscuros y erectos pezones. Con cada mano amasaba tan exuberantes carnes, haciendo que ella emitiera gruñidos de placer.

Ya había conseguido las tetas de aquella hermosa madura, las que un día alimentaron mi cuerpo, ahora alimentaban el lujurioso incesto al que su inconciencia la sometía. Movía sus caderas y seguro que sentía la dureza de mi polla rozar contra su clítoris provocándole placer. Me volví a echar y ella levantó un poco su cuerpo para que nuestros sexos no se tocaran, con ambas manos agarró unos lazos que tenían las bragas a los dos lados para soltarlos y tiró por delante de ellas quitándoselas al momento.

Ahora podía ver a mi madre totalmente desnuda, ambos estábamos totalmente desnudos. Yo acariciaba sus muslos y me fijé en su sexo. Sin duda se cuidaba mucho, no tenía un pelo fuera de sitio, lo tenía depilado de forma exquisita formando un sugestivo triángulo por encima del comienzo de su raja, como si indicara a quien se follara donde había que meter la polla.

Con una mano se separó los labios y se sentó sobre mi polla haciendo que quedara en medio, pero no la metió dentro. Empezó a moverse para sentir su dureza en el clítoris. Mi polla empezó a mojarse con los flujos que emanaban de aquella deseosa vagina. Cada vez se desplazaba con más suavidad entre sus labios y la cara de mi madre mostraba el placer que le daba la masturbación que se hacía con mi polla. Cada vez se movía más rápido hasta que empezó a sentir que le venía un orgasmo y se echó hacia delante apoyándose sobre sus manos. En el clímax del orgasmo, agarré su culo y la presioné contra mí forzándola a que siguiera moviéndose y dándole más placer. Podía sentir su respiración agitada y sus dulces gemidos. Había tenido un primer orgasmo, pero no sería el último.

Se levantó de mí cuando hubo descansado un poco y cogió del cajón un preservativo, lo saco y se lo puso en la boca. Con gran maestría empezó a hacerme una mamada y en unos cuantos movimientos tenía colocado el preservativo. Mi polla estaba más dura y más grande de lo que nunca la había visto, sabía que el coño de aquella mujer me follaría en breve y estaba totalmente dispuesto, ya no me importaba que fuera mi madre, o si me follaba por efecto de la droga, iba a penetrar a aquella exuberante, excitante y lujuriosa hembra que deseaba tenerme dentro.

Ella abrió las piernas y se colocó de nuevo sobre mi polla, una de sus manos agarró mi polla y la llevó hasta la entrada de su vagina. Comenzó a sentarse y su cara mostraba el placer de sentirse penetrada. Yo sentía como mi polla entraba en ella y veía como se iba perdiendo entre sus piernas. Comenzó a moverse poco a poco, acelerando a medida que su vagina se adecuaba y mojaba por completo mi polla. Estaba derecha y botaba para que mi polla entrara y saliera de ella. Me incorporé y comencé a mamar sus tetas. Ya no daba pequeños gemidos, no, ahora eran grandes chillidos y gruñidos cada vez que la polla la penetraba.

-¡Ah, ah, que bien follas a tu gatita! ¡Dale toda tu polla! ¡Llénala entera!

Me volví a echar y agarré su culo para acompañar sus movimientos. Ella se echó hacia delante y me ofreció las tetas para que la mamase. Mientras hacía esto, aguanté su culo con mis manos para que no se moviera y moví mi pelvis para follarla rápido. Daba gemidos cortos, casi a la misma velocidad que yo la follaba. Sin duda estaba gozando con la polla de su hijo y ella no era consciente.

Apretó su culo contra mí para que mi polla estuviera lo más adentro de ella posible, movía las caderas para restregar nuestros sexos y al momento volvió a tener otro orgasmo. Veía como se mordía los labios con los ojos cerrados y lanzaba gemidos de placer, estaba en la gloria. Quedó quieta encima de mí con mi polla dentro de ella. La penetraba suavemente para que continuara su placer.

Se levantó de mí y se colocó a cuatro patas en el filo de la cama. No hizo falta que me dijera nada, me levanté y me coloqué detrás de ella para follarla.

-¡Ahora fóllame como a una perra salida! ¡Una vieja perra salida!

-Te follaré pues tienes el mejor coño del mundo.

Agarré mi polla y la dirigí a la entrada de su húmeda vagina. Pasé mi glande por toda su raja, de arriba abajo. La paré en la entrada y poco a poco la fui hundiendo en ella. Agarré sus caderas y la hice moverse para que mi polla la penetrara. En el espejo del armario del otro lado de la cama podía ver su preciosa cara que mostraba el placer que estaba sintiendo. Nos veía a los dos, madre e hijo teniendo una incestuosa relación. Veía su hermoso cuerpo que me recibía con placer, como yo agarraba sus caderas para envestirla cada vez con más fuerza. Un buen rato disfruté de la vista de su redondo culo en el que se perdía mi polla en aquella dilatada raja.

-¡Gatita! ¿Cómo podría penetrarte sin preservativo y correrme dentro de ti? – De inmediato me miró a la cara.

-¡Estás loco por darme por culo! – Asentí con la cabeza. - ¡Todo para mi amo!

Se separó de mí y se colocó boca abajo en la cama. Me pidió un bote que tenía en un cajón del armario, era lubricante. Con sus manos separó sus cachetes y quedó totalmente expuesto su ano. No pude resistirme, me agaché y pasé mi lengua por él. Ella dio un bote pues no se lo esperaba y después me lo agradeció con unos grititos de placer. Eché un poco de lubricante y comencé a tocar su esfínter con un dedo, forzando a que entrara dentro. En poco tiempo mi dedo entraba por completo e intenté ahora que le entraran dos. Aquello le costaba más y se quejaba.

-Gatita, ¿si te duele lo dejamos?

-Nada de eso, tengo que estar dispuesta para todo lo que me pida mi amo.

Después de un poco de dilatarle el culo con mis dedos, entre leves gritos de dolor, me pidió que me subiera en ella e intentara penetrar su culo con mi polla. Me coloque de rodillas a la altura de su culo que permanecía abierto con sus manos, me incliné hacia ella y con una mano dirigí mi polla hasta su estrecho ano.

-Ve despacio, nadie ha entrado por ahí nunca.

Iba a desvirgar el culo de mi madre. Empujé un poco y mi glande comenzó a separar su esfínter. De su boca empezó a brotar chillidos de dolor. Empujé otro poco más y mi glande entro por completo y se perdía tras aquel virgen anillo.

-¡Espera, espera! ¡Cómo duele! ¡Ve despacio, parece que me arde el culo!

Solté mi polla y empecé a empujar un poco más. Se repetían los chillidos y aunque yo le decía que si quería que parase, ella insistía en que la penetrara por ahí. Poco a poco dejé caer el peso de mi cuerpo sobre ella hasta que mi polla entró por completo en su culo. Paré un momento para que su ano se acostumbrara a mi grosor y empecé a mordisquear su cuello y nuca. Eso le gustó. Sin mover mi polla, continué mordisqueándola y ella giró la cabeza para ofrecerme su boca. Nos besamos y jugaron nuestras lenguas todo lo que quisieron mientras mi polla permanecía en el interior de su culo.

-¡Empieza a moverte ya!

Me ordenó y poco a poco comencé con las penetraciones. Cuanto más la follaba, más cambiaban sus sonidos. Al principio eran secos, más bien gruñido aguantando el dolor, pero a medida que mis penetraciones se hacían más continuas y su ano se acostumbraba a mi polla, se volvieron más suaves, eran gemidos de placer.

-¡Nunca había sentido algo así! ¡Uf! Al principio duele, pero cuanto más me follas, más me gusta. ¡Ah, uf, sigue, no pares! ¡Fóllame más fuerte!

Le hacía caso y la follaba al ritmo que su voz me marcaba. Empecé a acelerar. Mi polla la penetraba ya sin esfuerzos y sin apenas dolor, todo era gozo y lujuria.

-¡Córrete dentro del culo de tu gatita! – Me pedía gritando. - ¡Lléname con tu semen!

Aquello me ponía a cien, escuchar como mi madre me pedía que la follara y me corriera en ella me estaba excitando hasta el punto que empecé a sentir que me iba a correr. La agarré por el pelo y tiré de ella hacia atrás, forzando su cuello. Ella gritaba y gemía mientras follaba brutalmente su culo, los sonidos de los golpes de mi pelvis en sus nalgas llenaban toda la habitación. Follábamos como animales en celo, ella como una gata y yo como un fiero león.

-¡Me corro, me corro! ¡Toma todo mi semen! – Sentí como chorros de leche salían de mi polla para caer dentro de ella.

-¡Sí cariño! ¡Siento tu calor dentro de mí!

Le di dos o tres embestidas más para acabar de correrme y caí a su lado exhausto por el esfuerzo de follar aquel culo. Permanecíamos descansando uno junto al otro. Empecé a pensar en la maldita pastilla. Si bien podía haberle provocado algún daño, si no se la hubiese dado, nunca hubiera tenido la sesión tan intensa de buen sexo como la que me había regalado mi madre. Ella estaba boca abajo y la abracé para hablarle al oído.

-¡Perdóname! – Le dije.

-¿Por qué? – Contestó y no me dejó seguir hablando. – Por haberle dado tanto placer a tu madre o por haberte aprovechado de mí creyendo que estaba drogada.

Quedé de piedra. No podía decir nada. Parecía que sabía lo que había echado en su vaso y aún así se lo había tomado. Pero por qué…

-¿Sabías que el vino tenía la droga?

-¡Ja, ja! Claro que lo sabía, bueno te descubrí echando la pastilla y decidí seguirte el juego para disfrutar de una noche contigo.

-Pero… pero ¿cómo sabías lo que era la pastilla?

-¡Sencillo! Cogí el teléfono para hacer una llamada y te escuché hablar con Luis, así que cuando te vi echando la pastilla en el vino, sabía lo que era.

-Y de todas formas te lo tomaste… - yo no me podía creer todo lo que mi madre me decía.

-¡Ah, eso me recuerda una cosa! – Me dio una bofetada. - ¡Estas loco o que te pasa! ¿Y si es veneno lo que te dio el idiota de tu amigo?

-¡Perdona! Nunca más lo volveré a hacer.

-Cariño, si amas a todas las mujeres como me has amado a mí esta noche no te hará falta ninguna pastilla. Respecto al vino, lo escondí detrás de unos muñecos del mueble y llené otro vaso, bebí hasta que te vi llegar e hice como si me lo bebiera todo de un trago. Después fue fácil simular que me había afectado la droga hasta tal punto que la lujuria me rebosaba por las orejas.

-¡Que buena eres!

-¿En qué?

-En todo, en actual como la mujer más caliente del mundo, follando… y pegando, ¡qué guantada!

-Pues ahora viene el castigo. Durante un mes no saldrás de casa.

-¡Bueno! Si tú estás aquí no me importa tanto…

-Cariño, si quieres follar con Laura, no te preocupes, ya lo harás, y si estás muy desesperado siempre puedes darme otra "pastillita".

-¿No te importa haber follado con tu hijo?

-Para nada, desde hace tiempo no hago nada con tu padre, él prefiere a las putas de pago. Por esto estaba muy caliente, pero no me gusta follar con cualquiera. Hace unos días te descubrí haciéndote una paja y vi tu hermosa polla, desde ese día estaba buscando una forma de que me satisficieras sexualmente, pues que mi hijo entre en mi coño no me importa… y desde esta noche me gusta.

hola

esta es la historia de como sobrepasé los límites de morales y establecidos hasta el punto más oscuro que jamás me hubiera imaginado.

Hoy día tengo 28 años pero esto sucedió hace mucho tiempo atrás cuando tan solo tenía 14. Por aquel entonces vivía con mis padres y mi hermana en un piso bastante grande.

Las relaciones familiares eran normales, como las de cualquier otra familia, todos convivíamos con roces y cariños asociados a nuestro parentesco hasta que llegó un largo y caluroso verano.

Cada noche después de cenar yo daba una vuelta con los amigos, algo corto ya que era pequeño como para que mi madre me dejara estar en la calle hasta muy tarde, llegaba sobre las 12 de la noche siempre y mi madre estaba dormida en el sillón con la tele encendida, yo la despertaba y la mandaba a su cuarto para que se echara allí y me quedaba viendo la tele con la esperanza de que hubiera algo guarro en alguna cadena, pero eso solo pasaba los viernes.

Los primeros días ese fue el curso de la historia hasta que todo cambió cuando mi madre dejó de madrugar para ir a trabajar, sus vacaciones supusieron un control más exhaustivo de mi vida y de mi sueño, pero aún así me quedaba hasta tarde viendo la tele, eso si con ella al lado.

Unos días en esta situación y con la constante presencia de mí madre en casa supuso que no me masturbara ni una sola vez, cosa que no tardó en alterarme ya que en aquel entonces me masturbaba cada día incluso alguna vez lo hacía dos veces.

La testosterona acumulada no tardo en hacer efecto en mí, estaba todo el día con el pene como una barra de hierro, mi pensamiento se nublaba, veía atractivas a vecinas que nunca me habían gustado y las madres de mis amigos se convirtieron ante mis ojos en bellezas sublimes dignas de recordar en momentos solitarios, pero por desgracia no tenía esos momentos de soledad.

Para mí era todo ser viviente objeto de deseo, tanto que hasta note cierto morbo al mirar a algún amigo con rasgos más afeminados, pero sin embargo mi madre seguía siendo mi madre, no veía nada sexual en ella, pero eso pronto cambiaría.

Una tarde, en plenitud de mi calentura y con una temperatura climática también elevada, mi madre entró en el salón, donde yo me encontraba, muy ligera de ropa, llevaba un pequeño camisón de verano muy holgado por el paso del tiempo, lo que hacía también que su tela estuviera desgastada dando como resultado una prenda perfecta para estar cómodo y no pasar calor a la vez que también producía un gran morbo con el juego de dejar entre ver la silueta de su cuerpo. Sí, su cuerpo, nunca antes me había fijado en él, era un cuerpecito pequeño en estatura, no le faltaba grasa pero tampoco le sobraba, tenía simplemente un cuerpo de madre, pero de la típica madre que cualquier amigo querría ver a solas un par de horas. Sus pechos del tamaño de dos pequeñas mitades de cocos terminaban en un pezón notable que se veía con claridad en la silueta de su camisón, lo miré tan atentamente que incluso me pareció ver con claridad la diferencia de tono entre su piel y su pezón. Bajando un poco el camisón se pegaba a su cuerpo, sin duda por el sudor que tanto calor producía, mostrando las curvas entre su cintura y sus caderas, desde allí circunvalando sus muslos se unían dos arrugas de su ropa formadas por el movimiento de sus piernas al andar y que desembocaban en un hermoso triángulo que abultaba la zona donde su bello púbico se guardaba, y aunque tenía dos capas de tela encima, podía ver con claridad que alguno de sus pelos había logrado atravesar las dos barreras para asomar su negra presencia por encima de la ropa de mi madre. Sus piernas se extendían no demasiado largas hasta el suelo, pero con un grosor que hacía que se me antojase perderme en ellas.

Tras ese repaso a todo el cuerpo de mi madre, la miré a la cara pero esta vez no fue como las otras, en esta ocasión descubrí a mi madre como algo más que un familiar, la vi como a una mujer, una mujer que resudaba sexo por cada poro de su piel. Sus labios ahora eran carnosos en lugar de amables, sus ojos lascivos en vez de compasivos, y su expresión de deseo y no de cariño. Esa era la nueva forma en que veía a mi madre, y por más que la miraba no volvía a cambiar.

Embobado en ella, mire como su cabello rubio bajaba sobre sus hombros hasta su pecho, con un movimiento de cabeza lo aparto hacia atrás dándome una imagen aún más morbosa para mi fantasía.

Mi madre se dio cuenta de que la observaba atentamente, - ¿Ocurre algo?- preguntó, pero le dije que no era nada, solo que me había quedado inmerso en mis pensamientos.

Ella se sentó en un sillón junto al que yo estaba, frente a ambos había un ventilador que oscilaba de uno a otro, cada vez que lanzaba su aire hacia ella cerraba los ojos y suspiraba mientras su pelo ondeaba suavemente.

Mi mente paso a estar más nublada de lo que había estado nunca, no se si sería el calor o el estar muchos días sin autosatisfacerme, pero empecé a desear follarme a mi madre, y no solo lo deseaba de una forma normal, iba más allá, quería poseerla como fuera y en ese mismo instante.

Muchas veces todos tenemos un impulso similar al que yo tuve en aquel momento, el impulso de hacer algo que cambiará nuestras vidas para siempre, ya sea pegar un puñetazo a alguien que pasa o saltar de una ventana y poner fin a todo, sea como sea es algo que pasa por un segundo pero se va, sabemos que es algo que no debemos hacer. Alguna vez llevamos el pensamiento un poco más lejos y lo planteamos como una posibilidad real, nuestro corazón se encoge y nos paralizamos, deseamos lo que no debemos hacer pero no nos atrevemos, pero a veces, y solo a veces, una persona da el paso, va más lejos, después de haberlo pensado o en la mayoría de los casos, como el mío, sin pensarlo dos veces, y entonces pega a un tipo, salta al vacío o como en mi caso, se abalanza sobre otra persona contra su voluntad.

Así fue como sin darme cuenta me había lanzado sobre mi madre y le estaba quitando el camisón a tirones mientras intentaba sacar mi miembro para abusar de ella.

Mi madre se resistía como podía, pero ya en aquel entonces yo tenía más fuerza que ella y no pudo hacer nada para impedirlo. Rajé su camisón por la mitad dejando al descubierto sus senos, y empecé a lamerlos lascivamente mientras mi madre gritaba que parara. Los mordía como hacía años que no lo hacía, no tenía esos hermosos pechos en mi boca desde mucho antes de mi primer recuerdo, pero ahora si que lo recordaría para siempre.

Logré sacar mi polla de los pantalones cortos que yo llevaba y como pude me los quite del todo. Al tenerla fuera cogí a mi madre de los pelos y llevé su cabeza hasta mi verga, intenté meterla en su boca, pero no la abría, solo lograba restregarla con sus labios y sentir la muralla de su dentadura a mi paso.

Visto que me sería imposible obtener una mamada de ella baje yo y de un tirón le saque las bragas, cuando vi esa gran cantidad de pelo negro sobre la raja de su coño no pude evitar hundir mi boca lo más que pude entre sus piernas. El sabor de su coño era indescriptible, nunca había probado nada igual y ahora que lo había hecho no quería parar nunca. Mi lengua entraba como podía mientras mi espalda recibía arañazos de las uñas de mi madre.

Me incorporé y agarré sus muñecas, sus piernas hacían fuerza por cerrarse pero estaba suficientemente metido en ellas como para que sus esfuerzos fueran en vano, así que lentamente fui acercando mi polla a la entrada de su cuerpo.

-Por favor no lo hagas, por favor- No paraba de repetirlo una y otra vez mientras mi pene volvía a entrar al lugar de donde había salido, y su coño lo recibió húmedo a pesar de la resistencia.

Me abrasaba más y más a cada centímetro de mi sexo que entraba en ella, me ardía la polla en su interior dándome más placer del que pensaba que se podía recibir, al meterla del todo mi verga casi explota pero pude contenerme y disfrutar un poco más del momento. Empecé a sacarla y meterla cada vez más rápido mientras que mi madre empezó a llorar de impotencia, sus piernas fueron dejando de hacer fuerza contra mí, parecía haber entendido que la usaría a mi antojo y que no podía impedirlo. Una vez cedió por completo me la pude follar más rápido y fuerte y noté que no tardaría en correrme, sin duda ella también se dio cuenta, -No te corras dentro por favor, sácala, solo te pido eso, sácala por favor- decía una y otra vez, pero hice caso omiso a sus peticiones y comencé a correrme dentro de ella lo cual hizo que llorara aún más mientras yo gritaba de placer.

Cuando vertí toda mi leche en su interior me separé de ella y fui a mi cuarto.

Al llegar a mi cuarto me di cuenta de lo que había hecho, el mundo se me vino encima, no sabía que iba a pasar ahora. No salí en el resto del día de allí, esperaba que llegara la policía o aún peor mi padre, pero no sucedió, no pasaba nada, en toda la tarde solo escuché a mi madre ir a darse una ducha al baño y llorar hasta dormirse, yo no podía pegar ojo, daba vueltas sin parar hasta que caí derrotado en algún momento entre las 5 y las 6 de la mañana.

Al día siguiente me desperté sin estar muy seguro de si había soñado todo o había sido real. Salí sigilosamente de mi habitación y fui al baño a enjuagarme la cara, -¿Vas a desayunar?- preguntó mi madre, me quedé atónito, su voz parecía normal, sin duda todo había sido un sueño, muy real pero un sueño al fin y al cabo, respiré tranquilo y fui a desayunar con mi madre.

El desayuno fue de lo más normal, hablamos como siempre sin nada raro, aunque tras el sueño de esa noche la miraba de forma diferente, el morbo que había sentido seguía presente pero yo no estaba tan salido.

Una vez que terminamos de desayunar recogí los platos y los dejé en el lavavajillas, mi madre fue a su cuarto mientras tanto. Tras limpiar todo cogí unas servilletas de papel de la mesa y las tiré a la basura, pero entonces vi algo que no esperaba, al abrir la basura vi un pequeño trozo de tela que me sonaba demasiado, tiré de él y saqué el camisón de mi madre roto en dos, tal y como yo lo había dejado, no había sido un sueño, todo fue real.

De nuevo la intranquilidad volvió a mi mente, no sabía que hacer, como comportarme, que decir, pero entonces comprendí que ya había pasado eso, había desayunado con normalidad con mi madre sin ningún problema, ella lo había hecho así y tal vez lo mejor era dejarlo todo como estaba, la idea me pareció buena así que seguí con normalidad sin hacer nada extraño.

Fui a mi habitación, desde ella si dejaba la puerta abierta veía a mi madre en la suya, estaba ordenando algo en un cajón y podía ver su culo desafiante cada vez que se agachaba a colocar algo.

De nuevo empecé a ponerme muy caliente, pero esta vez quería pararlo, las cosas no podían seguir así, y lo mejor era hablarlo con mi madre para que todo pasara. Me levanté y me dirigí hacia su cuarto.

-Mama…

-¿Si cariño?

-¿Podemos hablar?

-Claro, ¿de qué?

-De lo que paso ayer.

-¿Y qué pasó ayer?

-Lo sabes muy bien, no hagas como si no hubiera sucedido.

-No se de que me hablas yo no recuerdo nada.

Mi madre se empeñaba en negar todo, decía que no había pasado nada una y otra vez sin importar lo que yo dijera.

-Mama, ¡¡ayer te violé!!

-No digas esas cosas.

-Tengo que decirlas porque son ciertas, no se porque haces como si nada, yo no puedo, no puedo dejar de pensar en ello.

-Déjate de tonterías por favor, no me gusta que digas cosas así.

-¿Cómo puedes negar que pasara?

-Porque no pasó nada.

-¿Y de esto tampoco te acuerdas?

Saqué mi verga empalmada y señalé hacía mi madre con ella.

-Guárdate eso por favor.

-No hasta que no lo hablemos.

-No hay nada de que hablar, paso y ya está, eres mi hijo y no voy a dejar de tratarte como tal por una tontería así, ahora por favor guárdatela y no menciones esto nunca más.

Tras estas palabras me quedé clavado, no sabía que decir, simplemente guarde mi polla mientras pensaba en lo que había dicho mi madre. Para ella lo que hice no había sido grabe, solo una tontería, y no por eso dejaría de tratarme igual. Entonces comprendí que por mucho que hiciera ella no haría nada para solucionarlo, estaba a mi disposición aunque fuera por la fuerza, no había nada que temer.

La polla se me puso durísima con estos pensamientos, mientras mi madre despistada y sin imaginar lo que pasaba por mi mente se puso de espaldas a mí para doblar algo sobre la cama, y al ver su culo en esa postura todo pasó muy rápido de nuevo.

Saqué mi verga dura e hinchada y bajé a mi madre metiendo la mano bajo su camisón las bragas de un solo movimiento, ella no pudo ni gritar de la sorpresa, porque sin darse cuenta ya tenía mi polla bombeando en ella.

-No otra vez no- gritaba, pero yo no la oía de nuevo, simplemente me la follaba con fuerza, no tenía intención de parar, ella no tardo en resignarse y llorar mientras me dejaba hacer.

Una vez más al notar que iba a correrme me pidió que la sacara pero no tenía intención de hacerlo. –Por favor, dentro no, en cualquier sitio menos ahí- me dijo y eso me dio una idea clara de donde quería hacerlo.

-Vale, entonces en la boca.

-No por favor, no me pidas eso.

-Tú eliges, ¿el coño o la boca?

Mi madre entonces se giró como diciéndome que había tomado la decisión así que dejé que se diera la vuelta y se arrodillara, una vez así abrió un poco la boca, muy poco pero lo suficiente para que de una arremetida contra su cara entrara la mayor parte de mi polla en su boca.

Empecé a bombear hasta su garganta, ella tenía hasta arcadas de lo violento que lo hacía, pero tenerla en su boca me proporcionaba demasiado placer como para parar, así que no lo hice hasta correrme por completo en su boca y hacer que se lo tragara.

Volví a mi cuarto como el día anterior pero esta vez los remordimientos no estaban, me di cuenta que nunca me había arrepentido, solo había tenido miedo a las repercusiones, pero ahora que sabía que no habría ninguna mi conciencia no me daba problemas.

Ese día volví a escuchar a mi madre llorar en la ducha y por la noche en su habitación hasta dormir.

Al día siguiente todo se desarrollo una vez más como si no hubiera pasado nada, ese día ella pudo estar tranquila hasta la noche.

Cuando fue a dormir seguro que pensaba que se había librado pero ese día tenía unos planes especiales. Aunque ya me la había follado en su cuarto no lo había hecho sobre su cama, me daba mucho morbo follármela allí, sobre la cama que me concibieron y en la postura del misionero, como lo había hecho mi padre 14 años antes, así que al poco de acostarse aparecí en su cuarto y empecé a follármela una vez más.

Noche tras noche esto se repetía, algunos días la usaba más de una vez, una por la mañana y otra por la noche, ahora las pajas me las hacía dentro de mi madre.

Con el paso de los días mi madre paso de resignación a aceptación completa, me esperaba cada noche y cuando la cogía por sorpresa a otra hora ella misma se quitaba las bragas.

Un día me llevé una gran sorpresa al escuchar un leve gemido de sus labios, note que ya no solo lo aceptaba, empezaba a disfrutarlo y eso me daba aún más morbo, obligarla había estado muy bien, pero ya no tenía ni que hacerlo así que la alternativa de que ella lo deseara se hacía apetecible.

Empecé a preocuparme más de su disfrute, le comía el coño intentado notar en la forma que le daba más placer, ella se mordía los labios para no gemir, pero a veces se le escapaba. Antes de darme cuenta empezó a mover el culo mientras la penetraba y ya no tapaba tanto sus gemidos.

El tiempo había pasado rápido y por sorpresa mi hermana llegó unos días antes de cuando la esperábamos. Esto era terrible para mí, suponía que ya no podría disfrutar más de mi madre, había planeado una gran despedida follando el culo a mi madre para un día antes de que mi hermana volviera pero ya era imposible, me había jodido por completo.

Esa noche tras la cena nos acostamos cada uno en su cuarto, yo estaba inquieto, no podía dormir, había perdido el sueño de cualquier niño de 14 años, sexo cuando quería.

Todo estaba perdido y ni si quiera había podido follar el culo de mi madre.

De repente la puerta de mi habitación se abrió, mi madre pasó dentro y cerró la puerta tras de sí. La luz estaba apagada así que no la veía con claridad pero ella levanto mis sabanas y bajo mis pantalones con suavidad, después se colocó sobre mí y tomó mi polla introduciéndola en su ardiente coño. Empezó a moverse rítmicamente, era la primera vez que era ella la que se colocaba encima ya que siempre llevaba yo la iniciativa, no podía creer lo que estaba pasando.

Alargué mi mano para encender una pequeña lámpara de mi mesita de noche, al hacerlo pude ver a mi madre con claridad, estaba más preciosa que nunca, se había arreglado, incluso maquillado un poco, el camisón que llevaba era un picardías rojo y negro semitransparente.

No podía dejar de mirarla a los ojos mientras ella me montaba.

-Hoy puede que sea la última vez que hacemos esto, ¿Hay algo que te gustaría hacer?

-Sí, sí

-¿Qué quieres?

-Metértela por el culo.

-Como sois todos los hombres, eso no lo ha conseguido ni tu padre en todos los años que llevamos casados.

-Pero por favor, hoy es el último día que lo hacemos.

Mi madre me miró y sonrió, sacó mi polla de su sexo y quedándose en la misma postura lo colocó en las puertas de su culo. Poco a poco fue echando su peso sobre mi polla que empezó a abrirse paso hacia esa nueva zona del interior de mi madre. Al entrar empezó a moverse metiéndola y sacándola mientras se tocaba el clítoris, pareció gustarle bastante porque esta vez no pudo disimular los gemidos lo más mínimo, gritaba de placer tan fuerte que debió despertar a más de un vecino.

-Me corro, me corro- gritaba mi madre.

-Si hazlo zorra, ¡¡correte!!

-Ahh Ahhh Aaahhhhhh!!!!!!

Mi madre empezó a correrse con tal violencia que casi me parte la polla en dos, pero la sensación fue maravillosa.

Al terminar me miro y se la sacó del culo.

-Ahora correte tu, quiero que te corras en mi coño.

-¿Qué? Lo dices en serio.

-Sí hoy quiero volver a sentir tu leche en mi coño por última vez.

Se la volvió a meter en el coño y empezó a mover sus caderas como una auténtica puta, estar tan cerca del orgasmo sin ser yo quién lo propulsara era algo nuevo para mí, y me daba un placer como nunca antes había tenido.

-Me corro mama, ¡¡Me corro!!

-¡Sí hazlo, sí! ¡Todo dentro de mí!

Empecé a tener la mejor corrida de mi vida hasta entonces, sin que se saliera ni una sola gota de mi madre, toda mi leche se quedó dentro de ella y taponada por mi polla porque no se la sacó, simplemente se echó sobre mí y me abrazó.

Estuvimos así al menos diez minutos, y después ella se colocó a mi lado de espaldas a mí, tomó mi polla aún dura y se la introdujo una vez más para quedarse dormida con ella dentro.

Unos minutos después mi madre estaba dormida y yo intentaba mantener mi polla bien dura en su interior, mis parpados fueron cayendo y el sueño comenzó a apoderarse de mí. Por un momento justo antes de dormirme juraría que vi una silueta en mi puerta observándonos, como si hubiera estado allí durante largo rato para desaparecer cerrando sigilosamente la puerta.

Al día siguiente desperté y mi madre ya no estaba al lado, todo volvía una vez más a la normalidad